Close

Diamante HOPE

La historia del diamante que hoy se conoce como Hope se remonta a mediados del siglo XVII en la India, cuando Jean Baptist Tavernier compró un diamante azul zafiro y lo nombró el Tavernier azul.

En 1669, vendió la piedra a Luis XIV, el Rey Sol de Francia. Se volvió conocida como el Diamante Azul de la Corona y permaneció en la familia real hasta 1792.

Más tarde, el diamante apareció en Londres, donde Henry Phillip Hope lo compró poco antes de 1839 y le dio el nombre de su familia. La piedra permaneció con los Hope hasta 1901. Después hizo dos viajes adicionales, a dueños en Turquía y París.

En París, Pier Cartier intentó mejorar el aspecto del diamante. Se valió de cuentos ficticios e historias exageradas para crear la famosa maldición del Hope, que implicaba que la mala suerte perseguía a quien lo poseyese.

El diamante cruzó el Atlántico a los Estados Unidos en 1911, donde Evelyn Walsh McLean lo compró por $180,000.00. Aunque había pertenecido a la realiza por más de dos siglos, el Hope mereció poco menos que un profundo respeto de la extravagante McLean. Lo conservó en una caja de zapatos y a menudo se lo prestó a sus amigos, incluyendo a su perro gran danés, Mike.

McLean murió y legó el Hope a sus herederos, que lo vendieron en 1949 para pagar las deudas y demandas con el Estado. Harry Winston compró el Hope, junto con el resto de las joyas de McLean, por alrededor de $1.3 millones. En 1958, Winston donó el diamante al Instituto Smithsonian en Washington D.C., donde se lo muestra al público y es la principal atracción del museo.

Mariel.