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Piedra del Mes: Diamante

La fascinación con los diamantes no es un fenómeno moderno. La historia de los diamantes está entrelazada con la historia del mundo. Plinio, un naturalista romano del silgo I A.C., describió los diamantes como “la más valiosa, no sólo de las piedras preciosas, sino de todas las cosas en este mundo”.

Una de las cosas que la mayoría de las personas aprenden sobre los diamantes es que cada uno es único. Los diamantes vienen en diversos tamaños, formas y colores, y con una variedad de características superficiales e internas.

¿Qué es un diamante? 

¿Qué lo hace tan especial? Las distintas personas tienen respuestas diversas para esta pregunta. Un científico investigador podría decir que son las condiciones en las que un diamante se forma en la tierra. Un economista podría decir que es su rareza. Un consumidor podría decir que es su asociación con el amor y la belleza. Y todos tendrían razón.

El diamante es la única gema compuesta por un solo elemento: el carbono. Generalmente, el diamante está compuesto en un 99,95% de carbono. El otro 0,05 por ciento puede incluir uno o más elementos vestigiales, que son átomos que no conforman la química esencial de un diamante. Algunos de ellos pueden influir en su color o en su forma.

Las condiciones de formación también pueden ayudar a determinar la identidad de un mineral. El diamante se forma en condiciones de temperatura y presión elevadas que solo existen en una zona profunda específica bajo la superficie terrestre. El grafito, como el diamante, solo contiene carbono, pero su proceso de formación es muy diferente. El resultado es que el grafito es tan suave que se puede escribir con él, mientras que el diamante es tan duro que solo se lo puede rayar con otro diamante.

Sin alguno de estos factores, el diamante sería tan solo otro mineral más. Sin embargo, afortunadamente la combinación mágica de la composición, la estructura y la formación da al diamante las cualidades que lo hacen extraordinario.

El valor de las gemas se basa en una combinación de características, a veces llamadas factores de valor.

FACTORES DE VALOR DEL DIAMANTE

Al igual que con las otras gemas, los diamantes con ciertas cualidades son raros —y más valiosos— que los diamantes que carecen de ellas. Sin un modo sistemático de evaluar y discutir estos factores, no habría forma de comparar un diamante con otro.

Los conocedores de diamantes utilizan un conjunto especial de cuatro factores de valor para describir y clasificar los diamantes: claridad, color, corte y peso en quilates. Se los conoce como los Cuatro Factores. Al usarlos juntos, describen la calidad de un diamante terminado, que se relaciona directamente con su valor.

El valor de cada diamante se basa en su propia combinación única de los cuatro factores. A menudo, un diamante tiene un factor de valor que resalta porque es muy raro. Por ejemplo, los diamantes incoloros son escasos —la mayoría de los diamantes tienen tintes amarillos o marrones. Así que un diamante incoloro tiene un rango de color más elevado que un diamante que es amarillo claro.

El valor y la rareza están relacionados: En este caso, un diamante incoloro es más raro y valioso que uno con un color ligeramente amarillo. Como aprenderá en este curso, existe la misma relación entre la rareza y el valor para los otros factores de valor.

Pocas cosas en la naturaleza son absolutamente perfectas. Esto es igual de cierto en el caso de los diamantes. Los diamantes tienen características internas, llamadas inclusiones, e irregularidades superficiales, llamadas manchas. Juntas, se llaman características de la claridad. La claridad es la ausencia relativa de inclusiones y manchas.
Entre otras cosas, las manchas incluyen los rayones y rasguños en la superficie de un diamante. Las inclusiones están en el interior o pueden extenderse hacia el interior desde la superficie de la piedra.

La gente que no pertenece al mercado de los diamantes a menudo no entiende la relación entre los diamantes y el color. Mucha gente cree que los diamantes son incoloros. En realidad, los diamantes verdaderamente incoloros son bastantes raros. La mayoría de los diamantes que se usan en las joyas son casi incoloros con tintes amarillos o marrones— lo más común es amarillo claro.

Los diamantes pueden tener muchos colores además del amarillo o el marrón. Algunos de los colores más raros son el rojo, el púrpura y el verde. En el caso de los diamantes con color, generalmente más color significa más valor, de modo que los colores más brillantes y puros son los más deseables.

En el próximo artículo les contaré un poco sobre los diamantes más conocidos e icónicos de la historia.

GIA (Gemological Institute of America)

Mariel.